lunes, 6 de diciembre de 2010

Pelotas


En estos tiempos en los que, como ya he comentado, un cargo es sólo algo escrito en una tarjeta de visita (y en una nómina, en el mejor de los casos), no dejan de sorprenderme las actitudes que veo a mi alrededor.
Estoy en esa edad en la que no me considero ni joven ni vieja, (sino todo lo contrario), pero sí tengo la suficiente experiencia a mis espaldas como para poder afirmar, sin titubeos, que "hacer la pelota" no sirve para nada. Vamos, que no sirve para el propósito buscado. Sirve para lo contrario: a un pelota nadie, absolutamente nadie con dos dedos de frente, le respeta. Y a un pelota, a un falso adulador, nadie con cierto poder de decisión le hace caso. Ni siquiera le escuchan, diría yo.
La amabilidad y la empatía son dos cualidades que tienen que salir de dentro, de las entrañas. Si son fingidas, "cantan" más que ninguna otra cualidad. La alternativa, en todo caso, cuando no nos sale adular a quien no "tragamos", sería la diplomacia.
Pero el pelota es todo menos diplomático. Por eso, buscando el respeto, lo único que consigue es la mofa, la burla, la desconsideración y el "cuidado, que ahí viene el pelota ése".
Por eso, amigos míos, digo que no dejo de sorprenderme. Se supone que alguien de mi generación (dos años arriba o abajo) y que acumule cierta experiencia similar a la mía, debería saber que el peloteo no funciona. Que el peloteo provoca el efecto contrario al que busca.
Sin embargo, podéis creerme, porque lo estoy viviendo en mis propias carnes, que el pelota sigue existiendo y, lo que es peor, ¡sigue creyendo que es lo que funciona! El pelota del que hablo lleva diez meses utilizando esa estrategia de la falsa adulación a todo dios, sin lograr resultados. Pero es tal su orgullo de embriaguez de falso poder, que no admite otra estrategia. Ni muerto. Nunca mejor dicho, porque hay cierto tipo de pelota que antes que quitarse la venda de los ojos prefiere morir matando.
Es muy triste (patético) que todavía crea que merece nuestro respeto. El mío, desde luego, no lo tiene. Sólo pido que, en su camino hacia la tumba, se lleve los menos cadáveres posibles, cadáveres de personas subidas en su barco pero que, por no ser pelotas, no tienen ni voz, ni voto.


Nota de la Apátrida: Si es demasiado abstracto lo que digo, pido excusas. Es un desahogo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El periodismo ha muerto


En la tele, en un canal de los nuevos de la TDT, echan "Salvador", de Oliver Stone. No es precisamente su protagonista un ejemplo a seguir, pero era periodista. "A sangre fría" (el libro o la película, me da lo mismo) es otro ejemplo de un periodista. O "Los gritos del silencio". Vamos, que podría poner cientos de ejemplos...
Pero hoy todo esto ya no existe. El periodismo ha muerto. Y necesito decirlo. Necesito decirlo por todas aquellas personas a las que estamos engañando y a las que les estamos arrebatando su derecho constitucional a la información. Necesito decirlo, aunque no con ello consiga limpiar mi conciencia. Porque me siento francamente sucia. Asquerosa, cuando pienso en lo que hago. Soy esclava. Pero no por ello tengo excusa.
Antes de la crisis, el periodismo estaba moribundo. Pero la crisis lo ha terminado de matar. Ahora, nadie es noticia si no paga. Desde el momento en que algún medio puso a los periodistas también a "vender", desde ese momento comenzó la agonía del periodismo. Desde el momento en que la publicidad y la información se han mezclado hasta el punto de que la primera aniquiló (y sí, lo digo en pasado) a la segunda, empezó la muerte lenta del periodismo.
Hoy –podéis meteroslo en la cabeza– nadie es noticia si no paga. Ya puede alguien descubrir la cura del SIDA, o encontrar vida en marte, o hallar el gen que provoca cualquier enfermedad mortal. Ya puede alguien ser un héroe y salvar miles de vidas. Ya pueden hacerlo que, si no paga, no será noticia en los medios.
En cambio, el ser más miserable, más asqueroso, más denigrante, si paga, se convierte en noticia, y se convierte en un ser admirable, altruista, ejemplo a seguir para la comunidad.
No soy catastrofista. Lo que digo es real. Y puedo poner muchos ejemplos que he tenido que padecer yo misma. Y muchos ejemplos que también he tenido que escribir yo misma, sabiendo además que con ello estoy engañando al público, ¡¡a mi público!! ¿Creo que me queda la conciencia más limpia por firmarlo como "Redacción" en lugar de "Carla Vidal"? Oh, no. No os creáis. Me siento sucia. Me siento una mercenaria de mierda. Me siento una prostituta de la información. Me da asco mi trabajo. Pero estoy atrapada.
Esta semana he perdido la esperanza. Me quedaba un atisbo de que algún día la noticia volvería a ser la esencia del periodismo. De que algún día se volvería a dar más importancia a traer una exclusiva mundial que a traer 3.000 euros de "publi" de un cliente. De que algún día la calidad de un contenido sería más valorada que la página a 1.000 euros que le he rebajado a tal o a cual empresa. Pero no. Esta semana he perdido esa esperanza. Porque si yo he tenido la suerte, todavía, de vivir el auténtico periodismo, si yo, que llevo 15 años en esto, aún he tenido oportunidad hasta hace cuatro o cinco de INFORMAR, las generaciones más jóvenes que salen de la facultad se encuentran, de golpe, con esa conversión a mercenarios de la que hablo. Y por eso, esta semana, a una auténtica periodista "de raza" la oí justificar cierta publicidad que no me parece muy apropiada, porque "si pagan, hay que sacar dinero de donde sea". "Pues podemos sacar a las putas de los anuncios por palabras, que esas sí que pagan", respondí yo. ¿La respuesta? Silencio absoluto.
Podéis estar pensando que qué morro tengo de hacer esta confesión aquí, cuando dirijo un medio. Pero no, no os engañéis. Hoy, la palabra "director" o "directora" sólo es una palabra. Hoy la capacidad absoluta y plena de decisión la tiene el editor, el empresario, el que "pone la pasta". Y ya puedes tener en tu haber tres o cuatro Pulitzer, que tu opinión no cuenta. Bueno, cuenta en la medida que eres capaz de venderle al mejor (casi diría que al peor) postor tres o cuatro páginas de publicidad. Entonces, tu opinión puede contar... No exactamente, pero al menos sabes que no te liquidarán.
Y siento la obligación moral de decir todo esto, porque los periodistas tenemos delegado por todos vosotros ese derecho a la información, y no lo estamos respetando. ¡¡No nos lo dejan respetar!! No es una excusa, pero recordad que quienes "mandan" en los medios no son periodistas, y ese derecho a la información se la trae al pairo.
Me queda un consuelo, aunque sea echar piedras contra mi tejado: gracias a las redes sociales, a los blogger, a internet en general, la gente que realmente está ávida de conocer la verdad podrá alcanzarla. Y entonces, puede que dentro de muchos años, conscientes del engaño de los medios tradicionales, les den la espalda a éstos, hasta que desaparezcan.
En ese momento, que ni siquiera sé si llegará, quizá algún periodista de verdad, de vocación, no de los que "venden" si no de los que "buscan", resucite esta profesión que, os aseguro, los años que la disfruté, aún mal pagados, valían la pena. Mucho más que este ejercicio de prostitución que hoy me veo abocada a ejercer con lo que otrora fueron "noticias"...

sábado, 20 de noviembre de 2010

La cigarra y la hormiga, versión siglo XXI


Érase una vez una cigala y una hormiga.
En pleno verano, cuando el sol apretaba, la cigarra se pasaba el día durmiendo en la playa, y dedicaba la noche a la juerga: cubata por aquí, bailoteo por allá, fiesta en casa de uno y de otro.. Vivía bien porque no pensaba en el futuro, y disfrutaba cada instante.
La hormiga, en cambio, se pasaba todo el verano trabajando y aprovisionándose para el invierno, para que el día de mañana no le faltara algo que llevarse a la boca. Cuando las cigarras iban de juerga, la hormiga no podía porque incluso el fin de semana tenía que adelantar trabajo y seguir recogiendo grano y demás alimentos. Cuando las cigarras iban de ligoteo, la hormiga optaba por quedarse sola para prepararse un cómodo futuro. Inevitablemente, la cigarra miraba a la hormiga pensando: "Esta tía está loca". Y hasta hacía chistes sobre ella, y se burlaba.
Entonces, llegó el último día del verano. La hormiga se disponía a cerrar bien su almacén, del que se alimentaría todo el invierno, cuando, de pronto, estalla una tormenta, cae un rayo sobre el almacén, y todo lo que había trabajado acaba en llamas... La hormiga no podía creerlo, pero ni con los ríos que lloró logró apagar el fuego y salvar parte de lo que había atesorado todo un verano. Cuando andaba sin saber qué hacer, se encontró a la cigarra, sobre un montón de comida, disfrutando tal cual en verano. "¿Qué ha pasado?", preguntó la hormiga. "Que mientras tú trabajabas, yo me divertía, y la tormenta de esta noche, con el temporal de viento, trajo hasta mis pies, sin yo tener que moverme, todo este granero repleto sobre el que ahora disfruto".
"¿Me das un poco de tu comida?", dijo, resignada, la hormiga. "No, ¿qué hacías mientras yo disfrutaba", le asestó la cigarra. "Pues recoger comida para el invierno", contestó la hormiga. "Pues sigue recogiendo comida", no dudó en decir la cigarra, mientras cerraba en las narices de la hormiga el portón del granero.

Moraleja: Esopo y compañía son de otros tiempos...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tapones selectivos

¡¡Magia!! Cuando me lo dijeron en la farmacia, no lo podía creer. 
-"¿Cómo voy a dormir con tapones y escuchar por la mañana el despertador?" 
-"No se preocupe, lo tapones son selectivos". 
Y... ¡ta-chán! Allá fui el fin de semana, por si las moscas, a probar los tapones con el despertador puesto. ¡¡Era verdad!! A las vecinas estudiantes pesadísimas del piso de arriba no les escuché la música y la fiesta en toda la noche, pero el despertador lo escuché como si nada.
Pues sí. Son selectivos. Te permiten escuchar sólo lo que te interesa. E ignorar lo que te sobra.
La lástima es que tengan sólo esa aplicación... Porque, ¿os imagináis qué maravilla que existiese un producto similar que, en la vida real, te permitiera oír sólo aquello que vale la pena, e ignorar supinamente la cantidad de tonterías y babosadas que escuchamos a diario? Sería como vivir en el paraíso...
La única opción que tenemos es la del "tapón imaginativo" o "mental": me los pongo con la imaginación y me protejo de las sandeces con la mente. Pero es complicado. A veces falla. A veces escuchas lo que te sobra. A veces no, ¡muchas veces!
¡Con lo fácil que es con mis tapones amarillitos de espuma! Espero que alguien escuche mis plegarias y los invente. Un tapón selectivo de la realidad, y no sólo del ruído. ¡¡Y por poco más de cinco euros!!

lunes, 25 de octubre de 2010

S.I.G.L.A.S.

El fenómeno de las siglas ha contagiado hasta al (se supone) más culto de los mortales. Y hemos llegado al límite de, para poder entender un documento, tener que consultar a nuestro cómplice google unas 50 veces de media.
Es verdad que existen siglas ya "sustantivizadas", como SOS, que para quienes no lo sepan, proviene de "Save our Souls" (Salven nuestras almas), aunque en España aún hay quien lo traduce como "Socorro, oh, socorro" . Otra siglas admitidas internacionalmente son EEUU (o USA, en su propio idioma), OTAN o NATO, FMI, etc.
Pero lo que ya parece inadmisible es que documentos como los Presupuestos de la Xunta para 2011, obliguen a realizar no sé cuántos parones buscando el significado de AAPP, EELL, AXD, IIEE, e incluso ITPAXD ¡¡¡Toma ya!!! Además, hay que tener en cuenta la dificultad añadida de que, aunque todos los conselleiros hablen español, las siglas de todos sus documentos van en galego, porque, claro, como hay que ir de "modernos", es mejor emplear un idioma que utilizan/conocen tres millones de personas que otro que, en todo el mundo,  emplean 500 millones de personas y que hasta es idioma oficial de la ONU. Pero claro, como somos tan modernos, pues me voy a hacer mi propio idioma, que sólo podrá hablarse dentro de mi casa... Y hasta implanto dialectos del salón, de la cocina, del baño y del dormitorio. Vete tú a saber... ("Viva la república independiente de mi casa", si ya lo decía Ikea).
En fin, que para variar pierdo el hilo, y quiero volver a las siglas. Si tenemos, por un lado, la citada Administración (les aclaro, en este punto, que AAPP es "Administraciones Públicas"; lo de ITPAXD les reemplazo a un juego, a ver cuánto tardan en descubrirlo), por otro lado, mucho más adolescente e ingenuo, está internet. 
Entras en cualquier página que emplee mayoritariamente el inglés, y, como tenga chat, prepárate, porque lo único que verás es LOL, ROFL, OMG, WTF (con perdón...). Y claro, una que pretende "improve my english" (¿IME?), pues se queda peor de lo que estaba.
En fin, que tampoco voy a entrar a fondo en este problema, porque lo que de verdad me preocuparía es que traspasase los chats para subirse al papel público, y ahora que tenemos en el gobierno a preuniversitarias tipo Leyre, pues nunca se sabe. Igual su próxima rueda de prensa comienza con un "OMG! Cuando me nombraron no podía creerlo! LOL! Ante la noticia, que WTF a Rajoy!"
Mientras tanto, seguiré desgranando los Presupuestos xunteiros...
HLV (Hasta la Vista)

jueves, 21 de octubre de 2010

La cuadratura del círculo

Hace mucho tiempo que no recuerdo lo que son los días tranquilos o, simplemente, normales. Los días que realmente tienen 24 horas, donde durante 8 haces tu trabajo, y no los días de 34 horas donde tu titánico trabajo ocupa 20...
Sin embargo, hay momentos en que logro el imposible de encontrar cierto grado de tranquilidad en mi laguna de estrés.
Es mi propia cuadratura del círculo, e intento, esos días, reflexionar y ver que no tengo por qué tomarlo todo tan a la tremenda.
El nombre de este blog lo dice todo. Es bueno ser impaciente, pero hay momentos en que no saber frenar esa impaciencia te puede situar al borde de la locura. Y eso tengo que aprender...
Es cierto que veo que los días pasan demasiado rápidos, y hoy las semanas me duran (o me cunden) lo que antes me duraba un día, y un mes lo que hoy una semana. Y los años pasan demasiado deprisa. Tanto que prefiero, a veces, hacer como los tres monos (no ver, no oír y callar). Creo que es el hilo de cordura al que poder atar mis sueños de futuro...
En el fondo, puedo. Sólo tengo que creérmelo un poco más...


martes, 12 de octubre de 2010

La democracia en las cloacas

Cuando suceden hechos como el de esta semana, en que el pueblo clama claramente a través de encuestas publicadas en periódicos de muy distinto signo, que no quiere a Zapatero como presidente de su Gobierno, cabe hacer un ejercicio sobre en qué se ha convertido (o en qué hemos convertido) la democracia.
Porque, desde luego, lo que era la democracia en su origen, lo hemos desvirtuado por completo.
La palabra tiene su origen en dos vocablos griegos: "Demos", que significa pueblo, y "Kratos", que significa poder o gobierno. "Gobierno del pueblo", pues, sería la definición etimológica de la democracia.
¿Por qué entonces ese gobierno del pueblo lo ejercen unos cuantos? Porque esa "soberanía popular" es delegada en unos cuantos representantes, a través de las elecciones. ¿Significa eso que el resto del tiempo el pueblo no es soberano? A juzgar por las palabras de alguna ministra, sí. Sólo se es demócrata el día de las elecciones. Es la única conclusión que puedo yo sacar de las declaraciones de la siempre sorprendente Carmen Chacón, cuando, al ser preguntada por las encuestas, responde que "Mañana no hay elecciones".
Con eso, lo justifica todo. El pueblo gobierna sólo un día cada cuatro años. La democracia la hemos tirado por el water, asegurándonos luego que la cadena funciona bien para llevarla a las cloacas. Ahí, bien enterrada, en medio de la mierda, para que nadie se acuerde de ella ni se acerque siquiera, porque "huele".
Las gravísimas palabras de la ministra de Defensa dan, entonces, licencia para todo. Una vez que llegas al Gobierno, puedes hacerlo absolutamente todo en contra el pueblo. Aunque el pueblo (¿soberano?) clame a gritos lo contrario. Gobiernas de espaldas a él y, además, como eres "aforado" (la mayor atrocidad contra la democracia que alguien pueda imaginar), pues puedes también delinquir, incluso, que tienes licencia para ello, con cuatro años de margen.
¿Por qué le llaman democracia cuando quieren decir... otra cosa? ¿Es que nos hemos vuelto tan sumamente cobardes que no nos atrevemos a llamar a las cosas por su nombre? ¿Es que acaso no nos ajustamos más a la definición de autocracia?
Así define la RAE a una y a otra:

Democracia:
1.-Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno
2.-Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado

Autocracia:
1.-Sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema Ley.


Teniendo en cuenta que Zapatero hace y deshace, quita y pone ministros según le apetece, y según sople el viento (recuerden que a César Antonio Molina lo echó por cuestiones de "glamour"), y teniendo en cuenta, sobre todo, que en este país existe la "disciplina de voto" o de partido (cuestión que trataré con detalle otro día), ¿creen que de verdad en España vivimos en democracia, o más bien en autocracia?

Yo tengo mis dudas. Bueno, no, no las tengo: democracia no es. Y, realmente, me da mucho miedo que quienes nos gobiernan puedan basar sus estrategias en la fecha en que hay elecciones. Como "mañana" no las hay, vale todo. Me da pánico. Sobre todo cuando hemos llegado al punto en que ni siquiera se cortan de decirlo ante las cámaras y los micrófonos de la prensa. Más fácil sería a la ministra decir: "Señores, que nos la suda su opinión, que sólo la tenemos en cuenta cuando ustedes van a votar, y les lanzamos reclamos tipo cheque-bebé ó 400 euros (que luego tienen que pagar igualmente a través de Hacienda), pero, el resto del tiempo, nos peemos en ustedes"

Pues mira tú que bien


domingo, 10 de octubre de 2010

He matado a la Carla "fuerte"

... si es que algún día existió.
¿A quién quise engañar? Me la he cargado. Daba demasiado trabajo. Ante vosotros está ahora sólo (y sola) la Carla vulnerable, despojada, al fin, de la que se ha dejado la piel luchando, para, al final, perder siempre.
Ya no me vale la pena ser fuerte. Acabé agotada.
¡¡Carnaza!! Sin piedad. No os preocupéis; no me voy a defender más.

sábado, 9 de octubre de 2010

Malas personas.

Que el mal y el bien existen es una realidad. Y en la vida existe gente "normal" que a veces actúa bien y a veces actúa mal. Pero existe un pequeño porcentaje de buenas personas, y otro, aún más pequeño, de malas personas. No quiero parecer ni elemental ni dar una lección de moralidad. Pero me cansa bastante el oír constantemente excusas o calificativos hacia personas que, lo único que les pasa, es algo tan simple como que son malas personas.
El que hace bromitas pesadas o un día te da una patada no es el tipo de mala persona a la que me refiero. No. Hoy quiero hablar de la mala persona que se mete en tu vida con una sonrisa encantadora y ofreciéndote una amistad que, en principio, te parece sincera. Esa mala persona consigue conquistarte y, cuando te tiene en su red, suelta el dardo donde más duele. Y desaparece. O sigue disparando.
Esas malas personas encuentran su carnaza en gente como yo, en personas que nos negamos a pensar mal y a prejuzgar a los demás, y que intentamos ofrecer una amistad sincera. En personas que, como yo, aunque tropecemos mil veces en la misma piedra nos negamos a comulgar con el refrán de "piensa mal y acertarás". En personas que, como yo, seguimos confiando en la raza humana. Seguimos pensando que la palabra "humanidad" tiene origen no sólo etimológicamente en la palabra "humano".
La mala persona actúa con nosotros cual parásito que nos succiona hasta la última gota de sangre. Se aprovecha de nosotros hasta límites insospechados. Y cuando nos deja hechas polvo, destrozadas, llorando, no es que se rían de las lágrimas, no, a la mala persona de verdad esas lágrimas, ese daño, no le causan euforia. Es mucho más sencillo: le causan sólo indiferencia.
Pero lo peor, amigos míos, es que esos lobos con piel de cordero nunca los identificamos a tiempo.
Quienes me conocéis, sabéis que el victimismo no es lo mío. Pero hoy sí soy víctima. Hoy, una vez más, he descubierto cómo intentó una mala persona destruirme. Y, ¿qué queréis?, antes que ser como ellos, prefiero seguir sufriendo

miércoles, 6 de octubre de 2010

Más que un mal día

El cuerpo es un auténtico termómetro de nuestro estado anímico. No estoy descubriendo nada nuevo. Llevo dos días fastidiada, teniendo que marchar del trabajo con fiebre, vómitos, sudores fríos.
Gastritis por estrés es el diagnóstico médico. Decepciones es el diagnóstico mío.
Decepción en el trabajo, porque no tienen en cuenta tu experiencia profesional, les da igual tu opinión, y prefieren seguir equivocándose antes que escuchar tus ideas, y tú vas viendo cómo sin embargo utilizan tu nombre, ése que te llevó 15 años construir con mucho sudor, muchas horas y mucho renunciar a otros aspectos de tu vida.
Decepción en lo personal, porque cuando crees que un amigo te escucha y te entiende y está ahí de confidente, y se establece cierta complicidad, de pronto cambia, de un día para otro, sin darte explicaciones. Es más, cuando se las pides te niega ese cambio que tú percibes, y pierdes a alguien de las pocas personas a las que les has abierto tu corazón sin tapujos. Y pasan a pasar de ti, a huirte, a escaparte, a ni siquiera contestar tus llamadas cuando te humillas una y otra vez a ser tú quien llama porque tu "amigo" no lo hace. Y ni así coge. Y entras en una espiral de la que no sales.
Joder, ¿por qué cuando estás enferma notas más que nunca la soledad? Hiere sin piedad, sientes cada minuto, cada segundo, y sólo deseas que el tiempo pase a toda velocidad sin enterarte de nada.

Tengo fiebre. Tengo mareos. Estoy enferma. ¿Diagnóstico? ¡Yo qué sé! Ya no creo en los médicos

jueves, 30 de septiembre de 2010

Mi isla

Eres suave como el viento que ayuda a sobrellevar el sofocante calor de agosto en una playa cualquiera. No haces preguntas, escuchas, y tratas de entender mi locura y mi contradicción. En mis arranques aguantas la sed que luego me calmas en el vaso de mi libertad atada por la esclavitud que me he impuesto. No quieres nada más allá de este presente que se vuelve eterno cuando lo vivimos juntos. Sin pasado. Sin futuro. Sin utopias.
Cuando te tengo, me sobras. Cuando me faltas, estoy muerta.
Cada segundo contigo es tan blanco como negro. Tan real como imaginado.
Pero eres limpio. Eres sabio e ingenuo. Eres mayor y eres niño. Eres deseo.


Eres mi isla



martes, 28 de septiembre de 2010

Como-me-molo

"Que hablen de uno es espantoso, pero hay algo peor: Que no hablen" (Oscar Wilde)

Hace ya unos días, quedé con mi amiga Isabel Iglesias  en referirme a cierto comentario desafortunado que alguien a quien no tengo el honor de conocer puso en su blog . La persona en cuestión la verdad que debe de ser todo un experto en psiquiatría, porque, insisto que sin conocerme, hizo un diagnóstico de mi personalidad que ni el más perspicaz de mis amigos acertaría a manifestar.
Total, que una a quien su señor padre ha inculcado un espíritu de autocrítica que no veas, y recordando vagamente cierta ocasión en que un amigo psicólogo me hizo un test de personalidad profesional, decide buscar en esta maravilla de internet, hasta tropezarse con un test curioso. Y ¡oiga! Que lo repito una y otra vez, y es una lástima, porque de paranoide me sale un grado moderado, y en cambio descubro que me acerco bastante al narcisismo (¡hay que ver cuánto me quiero!)
Pero, por si hay dudas, yo que soy un libro abierto, aquí dejo los resultados (y de paso practico que HTML para que no me critiquéis)

TrastornoGrado
ParanoideMODERADO
EsquizoideBAJO
EsquizotipicoBAJO
HistrionicoMODERADO
AntisocialBAJO
NarcisistaALTO
LimiteMODERADO
ObsesivoALTO
DependienteMODERADO
EvitadorBAJO

Test de transtorno de personalidad


Como podéis ver, soy una narcisista perdida... Y en mis rasgos obsesivos, desde luego, no seré yo quien contradiga al test, pues la verdad es que cada día que paso sola, más maniática me siento. Pero en fin, que lo de paranoide, como que no me identifica mucho. Y veamos por qué.

Definición de Paranoide: Las personas con personalidad paranoide proyectan su propio conflicto y hostilidad hacia los otros. En general son frías y distantes. Encuentran intenciones hostiles y malévolas detrás de actos triviales, inocentes o incluso positivos y reaccionan con suspicacia a los cambios. Frecuentemente, las suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás (justificando así sus sentimientos originales). Los que tienen trastorno de personalidad paranoide a menudo intentan acciones legales contra otros, sobre todo si se sienten indignados y con razón. No son capaces de ver su propio papel dentro del conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser eficientes y concienzudos. A veces las personas que ya se sienten marginadas a causa de un defecto o una minusvalía (como sordera) son más prospensos a desarrollar una personalidad paranoide.

Sorda, sorda, no soy. En cuanto a las denuncias, de momento acumulo más contra mí, que interpuestas por mí (cuatro contra una, para ser exacta). Por lo demás, ojalá fuese más fría a veces, y la verdad es que aislada no trabajo, aunque sí soy eficiente... Claro que igual por eso soy narcisista (ja-ja-já, cuánto me quiero)

Pero, anécdotas aparte de alguien que tuvo sus cinco minutos de fama en el blog de mi amiga, lo que me ha servido este tema es para pensar que desconocía que me haya convertido en un ser tan importante como para que un desconocido se tome su tiempo en escribir e insultarme en un blog. Y entonces, aunque la cita que encabeza esta entrada la modificaron Unamuno y, posteriormente, Cela, me acuerdo del gran Oscar Wilde: sería terrible, desde luego, que no hablasen de mí.

Así que, querido Juan Álvarez Yanos, sólo quiero darte las gracias por tenerme tan presente en tu mente, pues de ese modo, me siento más viva todavía.

Y si tanto pensáis en mí, ¿cómo pretendéis que no sea narcisista?

Ay, ay, aaaay


martes, 7 de septiembre de 2010

La importancia de (hacer) reir

Admito que tengo muy mala leche. ¿Para qué negarlo? Tanto genio que hasta a veces pienso que me he vuelto "asocial", de tanto coleccionar manías.
Pero hasta en esos momentos en que me siento "contra el mundo", hay algo que a veces me salva por completo: que me hagan reir.
La gente que tiene esa capacidad, os juro que me provoca envidia, envidia sana. Porque si reírse es bueno, saber arrancar sonrisas y hasta carcajadas a los otros es una virtud que convierte en heroico a quien la posee.
No exagero.
Una situación de estrés laboral como la que estoy viviendo puede llegar a ponerte al borde mismo de la locura. Me encierro en mí misma, lo admito, y me ahogo no en un vaso de agua (creo que tener que trabajar 15 ó 16 horas al día no es un vasito), pero me ahogo en mí misma, en una espiral de la que no consigo encontrar el extremo de la madeja para empezar a resolverla.
Y entonces, aparece esa persona, esa llamada, ese mensaje al móvil, al facebook, y te lanza como un cohete, con suma rapidez, lejos de tu submundo, y te arranca la mayor de las carcajadas. Hasta la lágrima, que minutos antes salía de tus ojos, pero en el sentido opuesto al que lo hace ahora.
Es un don único. Es un arte. Y, desde luego, una prueba de una inteligencia supina, que los menos listos confunden con la burla. Existe una enorme diferencia entre el sentido del humor y el sentido de la burla. Tanto, que hasta diría que son lo opuesto. El sentido del humor nos da la vida, nos hace reír y olvidarnos por un momento ya no de los problemas, sino del hecho mismo de que tenemos problemas. Es el acto más generoso que existe. Y da fe de una seguridad supina de quien lo practica: he aprendido a reírme hasta de mí mismo. El sentido de la burla, por el contrario, es lo más egoísta y mezquino que existe: soy un tipo tan, tan, tan inseguro, que sólo disfruto fastidiando a los demás, y si puedo ridiculizarles en público, nadie se dará cuenta de que el ridículo soy yo. La diferencia, desde luego, está clara. Y, sin embargo, cada vez nos encontramos más a los burlescos que van de humoristas.
Eso vuelve aún más heroicos a mis artistas particulares, ese amigo, esa amiga, que cuando me ve en la oscuridad más absoluta, siempre encuentra el interruptor de la luz de mis carcajadas.
Gracias.

lunes, 30 de agosto de 2010

Obras en agosto



Por culpa de una otitis (bueno, por culpa del antibiótico de una otitis) me han prohibido terminantemente tomar el sol (¿para eso estuve un mes tostándome, para ahora en una semana perder mi difícil bronceado?). Total, que como seguimos con la jornada intensiva, y no puedo ir a la playa, una que es muy responsable se lleva el curro a casita, para ir adelantando con una cervecita en la mano...
Pero resulta que en agosto, en mi edificio, hay obras. Y no unas obras cualquiera, de estas que hay un murmullo pesado de fondo y punto, si no que son obras en la fachada del edificio.
Y, justamente hoy, les ha tocado taladrar mi pared. Y digo bien en singular, mi pared, puesto que en un mini apartamento de 38 metros cuadrados, decirlo en plural parece un delirio de grandeza... Imagínense ustedes lo que puede ser un taladro continuo en la pared de al lado, y encima con una otitis media aguda. Vamos, para irme directa al psiquiátrico...
Sí he sacado una conclusión de las obras en agosto: siempre hay quien se beneficia del mal ajeno. Y, si no, que se lo digan a los del bar de abajo, que estamos aquí medio vecindario, incluida la menda lerenda, ordenador (MacBook, of course) en ristre, y cervecita en la otra mano.
Estoy un poquito harta de los ruidos y ruiditos de este piso. Pero ese es otro tema en el que prefiero no entrar, porque anoche, por internet, encontré el piso de mis sueños (os lo juro, qué maravilla, y tirado de precio), y al llamar por la mañana, justo 10 minutos antes lo acababan de alquilar... Una pena.
Entre el estrés postvacacional, la decepción inmobiliaria, y los taladros (de fachada y de oído), espero no acabar histérica. Aunque ya hay por ahí quien me tacha de "paranoide total"... Pero bueno, ese es otro tema que otro día trataré en profundidad en este blog, porque tiene tela, tela, tela. Si acaso, me acerco al "borderline", pero paranoide... En fin.
A seguir con el aburrimiento. Gran invento el facebook

miércoles, 25 de agosto de 2010

Conformismo


Un domingo normal en Barajas. A las 18.30 embarque en el vuelo de Air Europa destino Vigo. Altavoces que comunican un retraso en el embarque. Vale. Retraso de 15 minutos. Entra dentro de lo normal.
Por fin llega al avión. Nos subimos. El aparato comienza a rodar. Debe de haber algún problema, pues el calor es sofocante y al abrir el "chorrito" del panel del techo, el aire que sale es, igualmente, caliente. Madrid a 32 grados y nosotros, apretujados en un Boeing 737-800, rodando por la pista. Nadie da una explicación; nadie la pide tampoco. Una hora y diez asfixiados en la lata de sardina, con comentarios del tipo "bueno, es lo que hay", bebés y niños llorando, pañuelos secando el sudor... Pero todos "conformes".
Pido explicaciones a un azafato y me dice "es agosto". Le contesto, "¿y si es agosto, no debería funcionar el aire acondicionado?". Sonrisa "azafaifa" y un "lo siento".
Total, que llegamos al aeropuerto de Peinador, con dos horas de retraso, y evidentemente –bueno, evidentemente para la mente de bicho raro que tengo– voy a rellenar una hoja de reclamación creyendo, ingenua de mí, que iríamos todos en tropel. Pues no: sólo fuimos yo y una señora de Madrid. Y es que con los gallegos ya se sabe, ¿no?

Hace algún tiempo, alguien mucho más sabio que yo me dijo –con gran acierto– que uno de los grandes problemas de Galicia era el conformismo de sus gentes. Ése "que lle imos facer" me saca de mis casillas. Ese "es lo que hay" no puedo –lo siento– compartirlo.
Aislados históricamente por la Meseta, tardamos tanto, tanto, tanto en despertar que así estamos ahora. Porque nuestro conformismo nos llevó, por ejemplo, en un pasado, a preferir trasladarnos en barco a "las Américas" antes que reclamar a Madrid lo nuestro. Los gallegos hemos sido históricamente explotados porque era muy cómodo para los explotadores: nos dejábamos, porque "es ley de vida, filliño"...
Con lo cual, está claro que debí de haber nacido equivocada... Porque el conformismo, sencillamente, me repugna. Más vale que Air Europa me conteste, porque yo no me conformo con ser "ganado"


viernes, 13 de agosto de 2010

Duele


-¡Qué días aquellos cuando podía volar!
-¿Por qué ya no puedes volar, mamá?
-Porque he crecido, mi amor. Cuando la gente crece se olvida de cómo se hace
("Peter Pan". James Matthew Barrie)

Crees que cierras una etapa, y de pronto hay una ráfaga que abre la ventana de par en par, para que el viento te dé en toda la cara hasta arrancarte lágrimas
Te vi de la forma más estúpida en que se puede encontrar a alguien. Me recordaste y te acercaste. Hablamos tres o cuatro tonterías (el consabido qué es de tu vida y bla bla bla) y ya. Fulminante. Sin tiempo a reaccionar.
No puedo recordar, por más que me esfuerce, qué fue lo que pasó. Por qué perdimos el contacto. En qué momento se produjo esa distancia. Lo pasábamos bien, teníamos yo en ti, y tú en mí, a ese confidente que sólo escucha y nada pregunta. Sin ningún tipo de ataduras. Ése fue el acierto.
He pasado contigo algunos de los momentos no sé si más felices, pero sí, sin duda, más divertidos de mi vida (Dios, la imagen que me venía a la cabeza esa noche, ya en casa, tratando de conciliar el sueño, fue la de aquella mañana en tu moto, de Santa Cristina a La Coruña, yo chillando por la velocidad y tú ya medio sordo...) ¿Qué fue lo que pasó? Probablemente, acabó porque uno de los dos tenía pareja. No lo sé. Honestamente, no puedo recordarlo.
Pero verte fue fulminante. Tardé en reaccionar. Lo confieso. Pero pasados los primeros minutos, rompí a llorar como una niña. No podía parar. Ese encuentro fugaz me trajo no a la memoria, sino de la memoria, una época que yo creía cerrada, "pasada" (de "pasado-presente-futuro"). Y me hizo falta verte para saber que no, que no estaba cerrada.
Fue, hasta ahora, la etapa más feliz de mi vida. Y de eso no tengo ninguna duda. Y creo que por eso lloraba, pero en el momento no podría decir el porqué. Me hiciste revivir un tiempo que ya no está. Y eso, eso duele. Duele una barbaridad.
Llegué a casa a las cinco de la madrugada y me puse como loca a buscar el libro que me regalaste ("Las niñas buenas van al cielo; las malas a todas partes", ¿lo recuerdas?), porque dentro estaba tu carta. La carta que me escribiste cuando cumplí 31 ó 32 años (ni eso recuerdo bien). Pero no lo encontré. Tengo media vida metida en cajas en un trastero... Supongo que como un modo de demostrarme a mí misma que no quiero quedarme en Vigo. No lo sé...
Esa noche no pude dormir. Tenía demasiadas sensaciones en el cuerpo. Y una envolvía a todas las demás: el dolor.
Ahora sólo puedo decir que, si eso es hacerse "vieja", yo me quedo con Peter Pan.

miércoles, 28 de julio de 2010

Obama y las cuotas

(Nota aclaratoria: Siento ser repetitiva, pero estos días estoy muuuuy sensible a algunos temas. Éste es el editorial del próximo Empresa y Finanzas-Galicia)

La felicidad no se mide por cuotas.. Y, desde luego, la profesionalidad tampoco. Por tanto, ya en su planteamiento es errónea esa ley llamada “de Igualdad” (que con ese nombre no sabemos muy bien si es que quiere ‘cargarse’ el género y volvernos a todos hermafroditas). Y es errónea como toda ley que se basa en la imposición. Lo impuesto no gusta, con lo cual la ley puede provocar –de hecho, es muy probable que ya lo esté haciendo– justo el efecto contrario al que buscaba, de tal modo que toda mujer que llegue arriba en un consejo de administración estará siempre envuelta en la sombra de la sospecha de que la nombraron “por cuota”, así tenga cuatro carreras y cinco másters.
La conciencia de las personas no puede cambiarse por una ley. La única arma posible para modificar esa mentalidad tiene un nombre: educación. Pero, por desgracia, es éste un concepto que ha caído en el baúl de los recuerdos, allá mezclado con los trastos más propios de los tiempos de nuestros abuelos.
Las mujeres directivas de este país si lo tienen claro. Y no quieren esa ley. Es más: leyendo sus opiniones, la conclusión que se extrae es que  más bien lo que les produce es rechazo. Lo que reza la ley está dando una imagen de la mujer que, en vez de evocar a la que pelea y lucha con profesionalidad para llegar alto en su trabajo, nos hace pensar en la barbie ejecutiva que accede ‘a dedo’ a la dirección y que, mientras está en una sala de juntas decidiendo sobre el futuro de su empresa –y pendiente de no hacerse una carrera en las medias– anda distraída pensando en qué potito le dará de comer a su bebé, o qué tipo de suavizante pondrá a las almidonadas camisas de su maridito. Pero claro, cuando de evaluar la ley se trata, resulta que quienes lo hacen son mujeres de carne y hueso, con su celulitis, sus preocupaciones de trabajo, y, por supuesto, con sus neuronas muy bien puestas.
La discriminación “positiva” nunca puede ser un acierto. Ya de por sí, la propia expresión  (negativo+positivo=negativo) es una mera contradicción. Pero, si alguien cree que estamos inventando el mundo desde Empresa y Finanzas, sólo vamos a ponerles un ejemplo para probar la verdad de nuestra afirmación: en Estados Unidos no existe ninguna ley que ‘obligue’ a los partidos políticos a llevar ‘negros’ en sus candidaturas. Pero, señoras y señores, Barack Obama es presidente. Y no por cuota. Que tome nota Bibiana Aído.

viernes, 23 de julio de 2010

¡Y que viva Shin Chan!



¿Os acordáis del "Tampouco é pra tanto" de Shin Chan? Así me sentí con las declaraciones de Zapatero. "No estamos tan mal".
La diferencia es que ese niño de cinco años, nos caiga mejor o peor, además de ser un personaje de ficción, no nos gobierna. No toma, por tanto, decisiones que provocan que acabemos con casi
cinco millones de parados (y lo que te rondaré, morena), con el cierre de más de 400.000 empresas, y con un déficit público casi como el de Grecia.
No, claro, tampouco é pra tanto, ¡no te fastidia! Mientras lleno mi bolsillito, vamos a agotar la legislatura, que así, mientras dejo un millón y medio de hogares con todos sus miembros en paro, yo sigo cobrando del bote (bote, bote socialista el que no bote).
Y claro, así las cosas, y lo ingenua que es una, que sigue confiando en que a la gente le dé por pensar un día y menear un poquito el cerebro, pues voy y, ante la noticia, pongo un comentario en el facebook. Y ahí se desata una auténtica avalancha de comentarios justificando la frase de ZP, y acusándome de demagogia...
En fin, creo que precisamente yo no soy demagógica. Vamos, que los que me conocéis sabéis que me mata mi sinceridad tan directa. Pero bueno, que, por si acaso, me voy a la RAE y busco "demagogia" y encuentro lo siguiente:

demagogia.

(Del gr. δημαγωγία).

1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.

2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan deconseguir o mantener el poder.


Pues mucho, mucho, no me identifico... Respecto a la primera acepción, no me dedico a ganar halagos. Más bien recibo insultos por mi maldita sinceridad. Y, desde luego, no voy regalando piropos por la vida...
En cuanto a la acepción segunda, pues un poco más de lo mismo. Vamos, que como además yo no soy política, me es imposible "mantenerme en el poder"...
Pero en fin, que sigue la discusión y deriva hacia otros temas, y señalo que si quisiera ser demagógica, utilizaría argumentos como el del olvido en el cajón (probablemente, del baño) del No a la Guerra, que se perdió en la memoria de los tiempos (o de los peces) cuando de Afganistán se trata.
Porque ahí está el tema, amigos míos. Que te topas con alguien así, que justifica todo lo que se abriga bajo el paraguas de unas siglas, y no hay nada que hacer. Que le sacas el tema de Fidel, te responden con el bloqueo y Pinochet; que le mencionas algo contra el Gobierno, te acusan de franquista (a mi, tiene gracia. Pero que mucha gracia); que les hablas de listas abiertas, te responden que en Inglaterra no funcionan; que les propones una serie de medidas para salir de la crisis, te acusan de "neoliberal"...
En fin, que lo único que me queda por pensar es en el daño que han hecho los Iñakis Gabilondos de la vida, metiendo el pensamiento único por oídos y ojos a mucha gente, haciéndoles creer que son sus propias ideas.
Una pena. Pero bueno, siempre nos quedará Shin Chan (¿o era París?)






jueves, 22 de julio de 2010

Un año en siete días

Al cabo de tanta vigilia, de tanto roer silogismos, de tantas ruinas
y razones en ruinas, salgo al aire. Busco un contacto.
Y desde ese trampolín me arrojo, cabeza baja,ojos abiertos, a ¿dónde?
Al pozo, el espejo, la mierda
(Octavio Paz. "¿Águila o Sol?")

No he inventado la máquina del tiempo. No, no es eso. ¡Ojalá! Pero lo he conseguido: he 'vivido' (o 'revivido', según se mire) todo un año en una semana y pico (Carla, déjalo en 'y poco').
A veces, cuando me veo así de desbordada y no consigo librarme de la pesadilla de mi propia autoexigencia (hay que ver, papá, cómo me enseñaste a ser responsable... Te pasaste, creo yo. Te doy las gracias), a veces, digo, recuerdo un libro que era mi mejor refu
gio de niña. Como tenía miedo a la oscuridad, me dejaban dormir con una lámpara encendida, una de esas chiquititas que se colocan, con una pinza, en la propia cama, y aprovechando esa luz –con la paciencia de mi hermana, que compartíamos cuarto– me sumergía en el armario que conducía a Narnia, ése que muchos conoceréis por el cine, pero que ya quisiera parecerse mínimamente a las crónicas de C.S. Lewis...
Lo que me apasionaba era el pensar que podía vivir todo tipo de aventuras en otro mundo, y, cuando me cansara, ¡chas!, me volvía al mundo 'real' y para nadie –sólo p
ara mí– había pasado el tiempo.
Pues a veces, digo, me encantaría volver a mi Narnia particular, parar el reloj
y el calendario y poder retomar mi vida acelerada cuando me cansara de los leones y los faunos. En mi Narnia hubiera tenido un año para vivir un año. Y no hubiera necesitado trabajar
a destajo siete días para revivir 365...
Esto es una locura. No sé ni para qué escribo esto. Pero es que estoy un poco cansada de que todavía haya quien piensa que sólo el trabajo físico agota. No es verdad. La cabeza también es 'física'...
Lo único que espero es que os guste el Anuario Económico de Galicia. Desde luego, sin Lidia hubiera sido imposible. Otra de mi especie: autoexigente como ella sola. Así da gusto trabajar, ¡caray! Me considero, después de todo, afortunada.
Pues lo dicho... Pero no esperéis, eso sí, encontrar literatura en esas páginas. No. Como dixo o outro, "El trabajo es trabajo". No sé quien lo dijo, pero no, no tenía razón.

martes, 20 de julio de 2010

Quiero ser feliz por "cuota"

...Y tiro porque me toca

¿Tan complicado resulta escuchar a los realmente interesados en algo para saber lo que necesitan de verdad? ¿Por qué a todo aquél que llega al poder le inunda un sentimiento de paternalismo en el peor sentido de la palabra (o sea, para que lo entiendan, paternalismo "progre") y creen que no necesitan consultar a nadie –el "pueblo", ¡ja
!, ¡qué cosas! (¡¡que ellos te llevaron hasta ahí, pedazo de ignoranteeeee!!)– para tomar las "mejores" decisiones?
Dicho de otro modo. ¿Por qué un Gobierno plagado de hombres y/o mujeres (hay que ver también qué mujeres) que en su vida han sabido lo que es tener un cargo intermedio en una empresa tienen que decidir por mí lo que yo quiero? Y entiéndanme que no digo "por mí" en referencia exclusiva a mi persona, sino que me refiero, por extensión, a todas las que se encuentran en mi situación.
Resulta que si yo pude pensar que era el "elemento en discordia" de todo este mundillo de tópicos populistas que me rodea, veo que no, que hay mucha más gente que está de acuerdo conmigo. Pero, entonces, ¿a quién demonios consulta el gobierno de turno para decidir que las mujeres queremos cuotas para entrar en los consejos de administración?
Porque resulta que en la última encuesta a las directivas españolas realizada por Adecco, la mayoría de las mujeres –DE LAS MUJERES, SÍ, SEÑOR ZAPATERO– no quieren cuotas. Y no las quieren porque yo, si llego a un consejo de administración, no quiero
 llegar porque una ley "obligue" a mi jefe a darme un cacho de tarta. No. Yo quiero mi cacho de tarta porque me lo he ganado, porque me lo he currado, porque me lo merezco. 
Y otro tópico desterrado por mis iguales. La dichosa reducción de jornada para "conciliar-vida-laboral-y-familiar" (ya saben ustedes, que en este país no hay padres, sólo madres, o eso defienden los paternalistas progres que nos gobiernan) TAMPOCO LA QUIEREN LAS MUJERES. ¿Acaso alguien plantearía tan estúpida pregunta a los hombres? Ya está bien, hombre.
Veamos lo esperpéntico y ridículo de esta situación. ¿Se imaginan que el hecho de ser hombre o mujer fuese puntuable por un baremo en unas oposiciones? Creo que todos nos echaríamos las manos a la cabeza, ¿no? Y, ¿qué me dicen si a la hora de estudiar una carrera a las mujeres se les rebajase la "nota" de entrada? Sería, como poco, un insulto a nuestra inteligencia... 
Pues en este país, donde no hay "cuota funcionarial" ni, afortunadamente, universitaria, hay muchas más funcionarias que funcionarios, y muchas más universitarias que universitarios.
Saquen sus conclusiones. 
Lo que yo tengo claro es que no necesito ser feliz por una cuota. Ni por ninguna ley de "igualdad"

lunes, 19 de julio de 2010

Yo trabajo, tú trabajas, ¿él trabaja?


Más de 30 grados. Julio. Supuesta jornada intensiva. Y 116 páginas por escribir en una semana. 
Supuesta jornada intensiva, sí, porque aquí entras a las 9-9 y media, pero nadie sabe cuándo marchas. 
No marcan un horario, pero marcan un objetivo: Tal trabajo tiene que estar listo en tal fecha.
Claro, yo supuestamente puedo marcharme a mi casa a las cuatro, pero si el día "D" el trabajo "X" no está listo... Pues ya sabéis lo que toca.
Me recuerda a la famosa "Ley Fraga" de prensa, de 1966, según la cual, supuestamente, se acababa la censura franquista. ¡Ja-ja-já! Esa ley lo que hizo fue legitimar el peor tipo de censura que hay: la autocensura. Es decir: a ti no te prohibían escribir tal o cual cosa, pero si, una vez escrito, no gustaba, te "secuestraban" el periódico, después de haberte gastado los cuartos en su publicación.
Pues ahora, lo mismo: noooo, mujer, que no tienes que trabajar más que hasta las cuatro. ¡Peeero, tiene que estar listo el día D!
Curioso que esta situación que cuento sólo nos pase, en toda la empresa, a dos personas y curioso que las dos seamos mujeres. Curioso o normal. No lo sé. Porque se ha convertido en normalidad que las mujeres portemos sobre nuestros hombros más trabajo que nadie, sin salir a la calle a manifestarnos, y sin exigir horas extras.
No paro de pensar si es que somos gilipollas o qué demonios nos pasa en el cerebro.
Parece que seguimos aceptando la sumisión como si tal cosa. Tenemos miedo. Seguimos teniendo miedo. Porque seguimos siendo la presa en el punto de mira, esquivando el disparo

miércoles, 14 de julio de 2010

A quienes me conocen...

Quienes me conocen, no pueden o no deberían tener problema en entender el porqué (junto y con tilde) del nombre que he dado a este blog. Un blog que inauguro en honor a mi amiga Isabel, que tanto me ha empujado a ello; a mi hermana, la única y la mejor, que tantas cosas me ha contado a través de sus letras; y a todo aquél que sepa apreciar a esta mujer plagada de defectos y que padece multitud de problemas derivados de su impaciencia.
Impaciencia, gracias a Dios. Porque cada día soporto menos a los "pacientes". Quiero las cosas y las quiero ¡ya! Y no por capricho, sino porque conmigo misma, hago las cosas cuando las tengo que hacer. Los plazos, los tiempos, son sagrados. 
Que tomen nota en determinados departamentos de la Xunta...
Espero, impaciente, claro, vuestra acogida.