jueves, 30 de septiembre de 2010

Mi isla

Eres suave como el viento que ayuda a sobrellevar el sofocante calor de agosto en una playa cualquiera. No haces preguntas, escuchas, y tratas de entender mi locura y mi contradicción. En mis arranques aguantas la sed que luego me calmas en el vaso de mi libertad atada por la esclavitud que me he impuesto. No quieres nada más allá de este presente que se vuelve eterno cuando lo vivimos juntos. Sin pasado. Sin futuro. Sin utopias.
Cuando te tengo, me sobras. Cuando me faltas, estoy muerta.
Cada segundo contigo es tan blanco como negro. Tan real como imaginado.
Pero eres limpio. Eres sabio e ingenuo. Eres mayor y eres niño. Eres deseo.


Eres mi isla



martes, 28 de septiembre de 2010

Como-me-molo

"Que hablen de uno es espantoso, pero hay algo peor: Que no hablen" (Oscar Wilde)

Hace ya unos días, quedé con mi amiga Isabel Iglesias  en referirme a cierto comentario desafortunado que alguien a quien no tengo el honor de conocer puso en su blog . La persona en cuestión la verdad que debe de ser todo un experto en psiquiatría, porque, insisto que sin conocerme, hizo un diagnóstico de mi personalidad que ni el más perspicaz de mis amigos acertaría a manifestar.
Total, que una a quien su señor padre ha inculcado un espíritu de autocrítica que no veas, y recordando vagamente cierta ocasión en que un amigo psicólogo me hizo un test de personalidad profesional, decide buscar en esta maravilla de internet, hasta tropezarse con un test curioso. Y ¡oiga! Que lo repito una y otra vez, y es una lástima, porque de paranoide me sale un grado moderado, y en cambio descubro que me acerco bastante al narcisismo (¡hay que ver cuánto me quiero!)
Pero, por si hay dudas, yo que soy un libro abierto, aquí dejo los resultados (y de paso practico que HTML para que no me critiquéis)

TrastornoGrado
ParanoideMODERADO
EsquizoideBAJO
EsquizotipicoBAJO
HistrionicoMODERADO
AntisocialBAJO
NarcisistaALTO
LimiteMODERADO
ObsesivoALTO
DependienteMODERADO
EvitadorBAJO

Test de transtorno de personalidad


Como podéis ver, soy una narcisista perdida... Y en mis rasgos obsesivos, desde luego, no seré yo quien contradiga al test, pues la verdad es que cada día que paso sola, más maniática me siento. Pero en fin, que lo de paranoide, como que no me identifica mucho. Y veamos por qué.

Definición de Paranoide: Las personas con personalidad paranoide proyectan su propio conflicto y hostilidad hacia los otros. En general son frías y distantes. Encuentran intenciones hostiles y malévolas detrás de actos triviales, inocentes o incluso positivos y reaccionan con suspicacia a los cambios. Frecuentemente, las suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás (justificando así sus sentimientos originales). Los que tienen trastorno de personalidad paranoide a menudo intentan acciones legales contra otros, sobre todo si se sienten indignados y con razón. No son capaces de ver su propio papel dentro del conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser eficientes y concienzudos. A veces las personas que ya se sienten marginadas a causa de un defecto o una minusvalía (como sordera) son más prospensos a desarrollar una personalidad paranoide.

Sorda, sorda, no soy. En cuanto a las denuncias, de momento acumulo más contra mí, que interpuestas por mí (cuatro contra una, para ser exacta). Por lo demás, ojalá fuese más fría a veces, y la verdad es que aislada no trabajo, aunque sí soy eficiente... Claro que igual por eso soy narcisista (ja-ja-já, cuánto me quiero)

Pero, anécdotas aparte de alguien que tuvo sus cinco minutos de fama en el blog de mi amiga, lo que me ha servido este tema es para pensar que desconocía que me haya convertido en un ser tan importante como para que un desconocido se tome su tiempo en escribir e insultarme en un blog. Y entonces, aunque la cita que encabeza esta entrada la modificaron Unamuno y, posteriormente, Cela, me acuerdo del gran Oscar Wilde: sería terrible, desde luego, que no hablasen de mí.

Así que, querido Juan Álvarez Yanos, sólo quiero darte las gracias por tenerme tan presente en tu mente, pues de ese modo, me siento más viva todavía.

Y si tanto pensáis en mí, ¿cómo pretendéis que no sea narcisista?

Ay, ay, aaaay


martes, 7 de septiembre de 2010

La importancia de (hacer) reir

Admito que tengo muy mala leche. ¿Para qué negarlo? Tanto genio que hasta a veces pienso que me he vuelto "asocial", de tanto coleccionar manías.
Pero hasta en esos momentos en que me siento "contra el mundo", hay algo que a veces me salva por completo: que me hagan reir.
La gente que tiene esa capacidad, os juro que me provoca envidia, envidia sana. Porque si reírse es bueno, saber arrancar sonrisas y hasta carcajadas a los otros es una virtud que convierte en heroico a quien la posee.
No exagero.
Una situación de estrés laboral como la que estoy viviendo puede llegar a ponerte al borde mismo de la locura. Me encierro en mí misma, lo admito, y me ahogo no en un vaso de agua (creo que tener que trabajar 15 ó 16 horas al día no es un vasito), pero me ahogo en mí misma, en una espiral de la que no consigo encontrar el extremo de la madeja para empezar a resolverla.
Y entonces, aparece esa persona, esa llamada, ese mensaje al móvil, al facebook, y te lanza como un cohete, con suma rapidez, lejos de tu submundo, y te arranca la mayor de las carcajadas. Hasta la lágrima, que minutos antes salía de tus ojos, pero en el sentido opuesto al que lo hace ahora.
Es un don único. Es un arte. Y, desde luego, una prueba de una inteligencia supina, que los menos listos confunden con la burla. Existe una enorme diferencia entre el sentido del humor y el sentido de la burla. Tanto, que hasta diría que son lo opuesto. El sentido del humor nos da la vida, nos hace reír y olvidarnos por un momento ya no de los problemas, sino del hecho mismo de que tenemos problemas. Es el acto más generoso que existe. Y da fe de una seguridad supina de quien lo practica: he aprendido a reírme hasta de mí mismo. El sentido de la burla, por el contrario, es lo más egoísta y mezquino que existe: soy un tipo tan, tan, tan inseguro, que sólo disfruto fastidiando a los demás, y si puedo ridiculizarles en público, nadie se dará cuenta de que el ridículo soy yo. La diferencia, desde luego, está clara. Y, sin embargo, cada vez nos encontramos más a los burlescos que van de humoristas.
Eso vuelve aún más heroicos a mis artistas particulares, ese amigo, esa amiga, que cuando me ve en la oscuridad más absoluta, siempre encuentra el interruptor de la luz de mis carcajadas.
Gracias.