jueves, 18 de agosto de 2011

No hay garantías


A veces, en la vida, nos empeñamos en querer creer que estamos dentro de una película que podemos adelantar y retroceder a nuestro antojo, para ver el final (¿de qué, si no, vivirían los videntes que colapsan la tele de madrugada?).
Al ver que eso no es posible, y que en la vida no hay garantías absolutamente de nada (a veces, hasta dudo que haya garantías del propio hecho de estar vivos, y no de estar siendo soñados por alguien), nos empeñamos en querer amarrarlo todo, en querer aferrarnos a una verdad, a algo que nos dé seguridad. A algo que no existe. Y perdemos el tiempo –Dios mío, si lo perdemos– en pensar y pensar, olvidándonos de lo más importante: que estamos aquí dos días, y que hay que aprovecharlos. El peso del pasado y la obsesión por el futuro impiden a muchas personas vivir lo que tienen: el presente. Lo único que sabemos que está ahí.
Por eso, cada vez más, intento exprimir al máximo los buenos momentos, porque no tengo garantías (no las hay) de lo que esos buenos momentos van a durar.
Por eso, cada vez más, escapo de la propia condición humana, del tira y afloja, de los juegos absurdos, para mostrarme tal cual soy. Porque no quiero ocultarme. No quiero engañar. No quiero engañarme.
Es mi forma de querer. Es mi forma de ser. Es mi forma de vivir.
¿No hay garantías? Pues disfruto del tiempo que me dure, pero no perderé más tiempo en pensar cuánto me va a durar.
¿Es tan difícil de entender? SÓLO SE VIVE UNA VEZ!!!!!!!

viernes, 15 de julio de 2011

¿Por qué le llaman copago...

... cuando quiere decir que siempre pagan los mismos?


A raíz de la ley aprobada por Italia, se abre en España el debate del llamado "copago" sanitario. Pero es que ya es un debate mal planteado de por sí, por la propia palabra "copago". La partícula "co" significa que ese pago lo hacen entre varios... Pero es que yo sólo veo a un pagador: el currante.
Uno de los grandes problemas de este país es la ignorancia, y lo osada que, como es sabido, ésta es. Pero, para que veáis que tengo razón, no tenemos más que coger una de nuestras nóminas, y comprobar la falsa falacia de que en España tenemos un sistema de salud ¡¡GRATIS!! Ya hay estudios que demuestran que es de los más caros, porque lo que nos retienen mes a mes, es una barbaridad. Por no hablar de lo que paga el autónomo o el pequeño empresario por ese concepto...
Entonces, ¿quién es la otra parte del "co", si el paciente pone 10 euros ó 25 por consulta? ¡Pues él mismo! No me vale que me digáis que es el "Estado", porque el "Estado" se alimenta, precisamente, de eso: de los impuestos y retenciones. ¿A quiénes? ¡A los currantes, de nuevo!
Por eso me indigna tener en este momento puesta la tele, y que hagan una encuesta por Internet en que la pregunta es "¿Estaría dispuesto a pagar por una consulta médica?" ¡¡Pero si ya la pagamos!! Pregunta mal formulada, claro está.
Dicho esto, y llamando a las cosas por su nombre ("el doble pago", por ejemplo, sería más correcto), si en España se llevase a cabo esta práctica, la consecuencia inmediata sería la vuelta a la automedicación (si es que alguna vez la hemos abandonado). Y me explico: si a mí me duele un oído "como el año pasado", y me cobran 10 euros (a mayores) por ir al otorrino, por ahorrármelos voy a utilizar el mismo tratamiento que me dieron en aquella ocasión, pero con la diferencia de que nadie me ha explorado los oídos. Y pongo un ejemplo "inocente", pero si me duele el pecho, aunque me asuste un poco, por no ir a urgencias me tomo un antibiótico, y a lo mejor me está dando un infarto... No es ninguna broma.
La segunda consecuencia será, sin duda, un incremento de afiliados a los seguros privados. Porque, claro, si yo tengo la mala suerte de pasar cinco o seis procesos infecciosos cada invierno, ¿voy a pagar cada vez que voy a mi médico, o me compensa pagar al mes una pequeña cantidad fija, y que, además, me atiendan cuando yo quiera sin tener que soportar listas de espera infinitas?
El problema es que ni Italia, ni España, cogen el toro por los cuernos: no gestionan adecuadamente la empresa más grande de este país. Y no lo hacen, precisamente, porque ellos sí saben de quién es el dinero: es nuestro, y no suyo. Por eso, no les duele.


miércoles, 9 de marzo de 2011

Aún quedan (muchas) Victorias Kent


Sí. Aún quedan Victorias Kent por el mundo, aquella diputada que defendió en Las Cortes, en 1931, la postura contraria al sufragio femenino. Y es que sí: anteayer, como quien dice, en plena República, las mujeres eran "elegibles" pero no podía elegir. La izquierda "progre" se oponía por miedo a que las mujeres votasen a los curas. (Vaya cosa... Es como si ahora el Gobierno dijese que los empresarios tienen prohibido el derecho al voto por si acaso votan al PP. En fin...). Los argumentos de Victoria Kent venían a decir, más o menos, que las mujeres no estaban "preparadas" para votar, vamos, que ellas, todas, eran analfabetas, mientras que, por lo que se ve, los hombres debían de ser todos licenciados en cuatro o cinco carreras. En su discurso, para colmo, hacía hincapié en que ella lo decía "como mujer". Aconsejo leer el discurso, porque no tiene desperdicio, sobre todo cuando afirma que lo hace "por el bien de las mujeres", porque ellas –pobriñas– no saben lo que les conviene, son tan burras, brutas e ignorantes que no tienen ni idea de lo que les conviene. Nos salió una madre paternalista. Ya veis...
Pues bueno, a lo que iba. Que sí, que hoy, 90 años después de aquello, siguen existiendo entre nosotras muchas Victorias Kent. Desde las que utilizan frases tipo "están hablando de cosas de hombres" –frase, por otra parte, que no encierra ninguna inocencia– hasta las que justifican palabras como que las mujeres de más de 40 años se incorporan al mercado laboral para "ayudar" en la economía doméstica (Adecco dixit, último párrafo página 2 y primero pág. 3). Hay muchas Victorias Kent que no conducen porque su marido les dijo que lo hacen mal, y entonces, se "acostumbraron". Hay muchas Victorias Kent que critican a una ministra que va a la guerra embarazada, pero no critican el ministro que se emborracha con el presidente de tal o cual país (mujeeeeeeer, son hombres, ya sabes). Hay muchas Victorias Kent que opinan que las mujeres ven el fútbol no porque les guste el deporte, sino porque los jugadores "están buenos". Hay muchas Victorias Kent que aprietan su minifalda para encontrar curro, no vaya a ser que su "inteligencia y falta de preparación" no sea suficiente. Hay muchas Victorias Kent que ponen la lavadora porque sus maridos han dicho un día que no entienden los botones, y en vez de explicárselo, se lo creyeron (además, el hombre trae el dinero a casa; nosotras sólo ayudamos). Hay muchas Victorias Kent, en definitiva, que cuando una mujer triunfa, se preguntan en sus adentros (las más descaradas, también en sus "afueras") con quién se habrá acostado "ésta". Hay muchas Victorias Kent que cuando ven al hombre de sus sueños con otra, la mujer en cuestión, por encantadora que ésta sea, pasa a ser "la zorra esa".
Y hay, en definitiva, muchas Victorias Kent que con ese desprecio a la mujer ocultan el desprecio que sienten por ellas mismas no como mujeres, sino como personas que sólo se creen alguien en la vida si reducen a basura al resto de las mujeres que les rodean.

Y después, ¿de verdad nos atrevemos a decir que los machistas son "ellos"?