sábado, 9 de octubre de 2010

Malas personas.

Que el mal y el bien existen es una realidad. Y en la vida existe gente "normal" que a veces actúa bien y a veces actúa mal. Pero existe un pequeño porcentaje de buenas personas, y otro, aún más pequeño, de malas personas. No quiero parecer ni elemental ni dar una lección de moralidad. Pero me cansa bastante el oír constantemente excusas o calificativos hacia personas que, lo único que les pasa, es algo tan simple como que son malas personas.
El que hace bromitas pesadas o un día te da una patada no es el tipo de mala persona a la que me refiero. No. Hoy quiero hablar de la mala persona que se mete en tu vida con una sonrisa encantadora y ofreciéndote una amistad que, en principio, te parece sincera. Esa mala persona consigue conquistarte y, cuando te tiene en su red, suelta el dardo donde más duele. Y desaparece. O sigue disparando.
Esas malas personas encuentran su carnaza en gente como yo, en personas que nos negamos a pensar mal y a prejuzgar a los demás, y que intentamos ofrecer una amistad sincera. En personas que, como yo, aunque tropecemos mil veces en la misma piedra nos negamos a comulgar con el refrán de "piensa mal y acertarás". En personas que, como yo, seguimos confiando en la raza humana. Seguimos pensando que la palabra "humanidad" tiene origen no sólo etimológicamente en la palabra "humano".
La mala persona actúa con nosotros cual parásito que nos succiona hasta la última gota de sangre. Se aprovecha de nosotros hasta límites insospechados. Y cuando nos deja hechas polvo, destrozadas, llorando, no es que se rían de las lágrimas, no, a la mala persona de verdad esas lágrimas, ese daño, no le causan euforia. Es mucho más sencillo: le causan sólo indiferencia.
Pero lo peor, amigos míos, es que esos lobos con piel de cordero nunca los identificamos a tiempo.
Quienes me conocéis, sabéis que el victimismo no es lo mío. Pero hoy sí soy víctima. Hoy, una vez más, he descubierto cómo intentó una mala persona destruirme. Y, ¿qué queréis?, antes que ser como ellos, prefiero seguir sufriendo

4 comentarios:

  1. Ni caso niña. Sólo un pequeño ajuste en tu excedente de energía, una cerveza bien fría y a brindar por los que estuvieron de paso.

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  2. Ojalá pudiera ser así. Al final he llegado a la conclusión de que el problema está en mí.

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  3. Deja las conclusiones para otro momento, porque dudo que sea así.

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  4. Muy bueno Carla, me alegra que a pesar de haberte topado con una de esas malas personas, aun sigas pensando como piensas, y no metiendo a todo el mundo en el mismo saco.
    Afectos,
    Sandra Isabel Santana.

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